Els lectors de "Las Provincias" -el diario decano de la región valenciana-
tenen la inmensa sort de saber que llegiran quan el periòdic cau a les
seus mans o accedixen a la seua edició digital. Se sap com tractaran
les notícies: en primera plana o arraconades, amb un llenguatge assèptic
o apassionat i si cal moralitzant, impartint benediccions
d'espanyolisme o valenciania, bramant anatemes de anticatalanisme
i/o radicalitat esquerrana. "Las Provincias" al llarg del seus cent
cinquanta anys d'existència ha estat fidel als seus origens:
conservadurisme, moderació i ordre. Fa uns anys canvià de propietaris i,
des de aleshores, forma part d'un grup mediàtic estatal: de moliner canviaràs, però de lladre no escaparàs.
A
l'edició digital de hui -per ahir- hi ha un curiòs article que
reproduïm. Quan s'acaba de llegir l'escrit no se sap massa bé que
pensar: ¿han invenatat la sopa d'all?¿es tracta d'un atac contra el
Carlisme?, ¿una càrrega contra el soberanisme català?. Potser fan una
oferta del 2 x 1: amb dos són condenables: llei, ordre i moderació. La
proposta d'un projecte d'estatut -conegut com l'Estatut de Núria- del
carlistes catalans data de l'any 1930, a les acaballes de la Dictadura
de Primo de Rivera i ostentant la representació dinàstica don Jaume III.
Recorda "Las Provincias" que sis anys deprés d'aquest text el
carlistes participaren al bàndol nacional durant la guerra civil, el carlismo se adhería al levantamiento de Franco, es
llig a l'article. Es cert, en gran part gràcies al Carlisme el
propietaris de "Las Provincias" pugueren recuperar el periòdic i
gaudiren de quaranta anys de moderació i ordre i, exepte algun curt
període, no els importaba pagar el preu de bavosses lloances al
Dictador.
Los seguidores de Don Carlos avalaron en 1930 la creación de los 'Països Catalans' y reclamaron que la unión a España fuera una decisión libre del territorio
Aunque
pueda parecer contradictorio, el carlismo es una de las corrientes
políticas que alentó el mito de los Països Catalans. De hecho, en
1930 presentó un proyecto de Estatut que a su lado el aprobado en
2006 parece un manifiesto sobre la unidad de España. Recogía, entre
otros aspectos, el catalán como única lengua oficial y la libre
unión al Estado español.Desde sus inicios el carlismo tuvo un
fuerte arraigo en Cataluña. Junto a sus principios tradicionalistas,
este movimiento hizo de la restauración del sistema foral abolido
por los borbones uno de sus puntos más reconocibles, propuesta que
era muy bien acogida entre el naciente nacionalismo catalán.
No
en vano el carlismo y el nacionalismo catalán tienen varios puntos
en común. Ambos añoran y luchan por un pasado que han mitificado y
que nunca existió. Los dos idealizan la España foral, que equiparan
con un periodo de libertades, y demonizan el Estado borbónico.
Carlismo
y nacionalismo catalán se desarrollan de forma simultánea
conincidiendo con el fin del Estado dinástico y el nacimiento de los
primeros estados nacionales que buscan su identidad y raíces en el
pasado. El problema viene cuando cualquier parecido con la realidad
es pura coincidencia.
El
término Països Catalans tiene su origen en la Reinaixença (segunda
mitad del siglo XIX) aunque lo populariza el ensayista valenciano
Joan Fuster a principios de la década de los 60 del pasado siglo con
sus obras 'Nosaltres els valencians' y 'Cuestión de nombres'. Fuster
identifica con el territorio aquellos lugares en los que se habla
catalán de acuerdo con el concepto decimonónico. De esta forma en
los Països se incluye Cataluña, la Franja Aragonesa, la Comunitat,
Baleares, algunas zonas del sur de Francia y L'Alguer en Cerdeña.
El
gobierno autonómico catalán le dio su mayor impulso durante la
Transición y alcanzó su mayor difusión, especialmente a través
del sistema educativo y de la televisión pública catalana. En
cualquier caso se trata de una denominación que no tiene ninguna
base histórica, política o geográfica.
Lo
curioso es que fueron los carlistas quienes abrieron la puerta a la
popularización de este término. En los momentos finales de la
dictadura de Primo de Rivera, el movimiento presentó una propuesta
de Estatuto autonómico para Cataluña (1930).
El
proyecto iba mucho más allá de lo recogido en el Estatut de 2006.
Así, entre otros puntos, el carlismo proponía que el catalán fuera
la única lengua oficial (el castellano quedaba reservada a las
relaciones con el resto de territorios de la federación) o que los
distintos pueblos que constituyen el Estado español podían
federarse libremente conservando siempre una plena autonomía.
Uno
de los puntos clave era que el territorio estaría conformado por las
provincias de Barcelona, Tarragona, Girona y Lleida, pero no
renunciaba a las tierra de la antigua "Catalunya estricta",
puerta abierta a la creación de los Països Catalans. Además, los
posibles conflictos entre las autoridades confederales y Cataluña
tendrían que ser derimidas por un tribunal arbitral.
Curiosamente
en 1936, sólo seis años después, el movimiento carlista se adhería
al levantamiento de Franco y su propuesta quedó en aguas de borrajas
y nunca nadie parece haber pretendido recordar este proyecto.